jueves, 31 de mayo de 2012

Cronopio cronopio

De vez en cuando, cuando estoy aburrida, me agarra una regresión a mi infancia y entro a expresar toda mi creatividad en el Paint. Un día lo que salió fue esto, a mi modesto entender una gran obra de arte cargada de simbología:


Papá lo vio y se rió. "¿A vos te parece que los cronopios organizarían una Internacional?", me preguntó. "No", le contesté yo después de pensarlo un poco. "Los cronopios no se organizan, se encuentran de casualidad abajo de la mesa cuando se agachan a buscar el tenedor que se les cayó". 

Y así nació mi definición de cronopio. Los cronopios son un poco mi imagen de Cortázar, un poco yo y un poco toda la gente que conozco. Los cronopios cruzan la calle sin mirar y ocasionan choques espantosos, pierden todo porque jamás cosen los bolsillos rotos, cantan a los gritos, pueden correr kilómetros atrás de una burbuja o arrastrarse por todo el jardín cuidando que un caracol llegue a salvo hasta la enredadera.

Sin embargo esta definición, que para mí es clarísima, es difícil de transmitir. Cuando Martín me preguntó qué era un cronopio, empecé con un discurso parecido hasta que me interrumpió con una pregunta elemental: "Bueno, pero, ¿cómo son?".

La verdad, no tengo idea. Cortázar nunca se molestó en describirlos (lo único que dijo es que son verdes y húmedos), tal vez porque pensó que era más divertido que cada uno se los imaginara como quisiera. Dijo que lo más parecido que vio fueron unas figurillas indígenas en un museo mexicano, y un muñeco de felpa que le mandaron desde un club de cronopios sueco o de por ahí. El club tiene equipo de fútbol y todo. En la foto que también le enviaron, el arquero cronopio está afuera del área, cruzado de brazos, viendo satisfecho cómo el delantero contrario le mete un golazo. Eso resume fielmente su estilo de juego y su actitud ante la vida.


Para mí un cronopio condensa toda la libertad y la ingenuidad que anda dando vueltas por el mundo. A los cronopios pueden ocurrirles las peores catástrofes, pero siempre ven el lado positivo de las cosas y tienen la capacidad de olvidarse de todo lo malo. Ven los colores en el cemento, escuchan la música que esconden las bibliotecas y copian los bailes que hacen las hojas secas. 

Yo conozco decenas de cronopios, pero ellos no saben que lo son. Precisamente por eso son más cronopios todavía, porque no les preocupa autodefinirse como tales.

Los cronopios que conozco organizan carreras de hojitas en el agua que corre por el cordón de la vereda.

Dibujan gatitos en el borde de los apuntes de la facultad.

Juegan con plastilina y con lápices de colores y miran las mismas películas que hace 15 años.

Inventan palabras y canciones.

Se ríen de ellos mismos y de las macanas que se mandan.

Hablan y cantan a los gritos y ni siquiera se dan cuenta que todos se dan vuelta para mirarlos.

Se revuelcan en el piso con el perro.

Van sonriendo en el colectivo y en el subte.

Los cronopios que conozco ven el país de las maravillas en las cosas más chiquitas.


Todos mis amigos son cronopios, sino no podrían soportarme. Toda la gente de mi vida es la mejor definición de cronopio que conozco. Y por eso siempre encuentro risas y colores y luz y música y juegos y felicidad. Un cronopio es lo que ustedes quieran que sea, aunque ya lo definen bastante bien sin necesidad de enciclopedias ni diccionario.

Así que a todos les digo: ¡Buenas salenas, cronopio cronopio! Y no cambien nunca.


martes, 15 de mayo de 2012

No me da lo mismo

Hay una nueva versión del machismo dando vueltas, tanto entre hombres como entre mujeres, que para mí es una de las más estúpidas y peligrosas y podría resumirse más o menos así: si sos trola, promiscua, provocativa o prostituta nunca va a ser violación, sea cual sea la situación y la edad que tengas.


En el caso de las chicas de entre 10 y 13 años, el argumento es mucho más contundente y demoledor: no fue violación, fue consentido, ella tenía experiencia sexual previa. Y en estos días  he leído miles de variaciones de esta idea en las redes sociales, a raíz del supuesto intento de abuso por parte de DJ Memo, integrante de los Wachiturros, en perjuicio de una menor de 13 años.

El desencadenante fueron dos fotos de la chica que aparecieron en internet. En una, se la veía en el baño, de espaldas a la cámara, sacándose una foto en el espejo mientras mostraba una tanga de encaje. En la otra, dejaba ver el escote mientras sostenía con los dientes una tira de tres preservativos. Los comentarios fueron todos del estilo: "Acá esta la 'nena' que dice que fue violada por DJ Memo", "Miren a la pobre nena inocente, tremenda trola resultó", "Es obvio que miente y lo hace para sacarle plata".

Imaginemos por un momento el siguiente escenario: supongamos que la chica, a pesar de ser menor de edad, ya no es virgen. Supongamos que ya estuvo con varios hombres (pongan ustedes el número que quieran). Supongamos que es trola o rapidita. Supongamos que se la pasa sacándose fotos sexys para que las vea todo el mundo. Supongamos que es verdad que dijo se iba a curtir a un Wachiturro.

¿Y qué?


Ninguno de los argumentos anteriores sirve para eliminar la posibilidad, y conste que digo la posibilidad, de que DJ Memo haya querido violarla. Aunque haya tenido experiencias sexuales previas con uno, dos, cinco o veinte hombres, las tuvo con los hombres que ella eligió. Aunque se saque fotos provocativas, eso no quiere decir que se va a acostar con cualquiera (esto es una variante de "te lo buscaste por andar con esa pollerita"). Y aunque haya dicho que quería estar con un Wachiturro, una cosa es decirlo en una red social y otra muy distinta estar en una combi con un tipo 9 años mayor que vos.

No estoy diciendo que el abuso haya existido, porque eso tiene que determinarlo la justicia; lo que quiero plantear es que es posible que se haya dado. Cada uno opinará lo que quiera sobre DJ Memo y podrá considerar que es inocente si así le parece, pero no neguemos terminantemente la posibilidad de un intento de violación sólo porque la chica ya no es virgen.

El Comité de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estableció que está prohibido investigar la experiencia sexual previa de una mujer en un caso de violencia de género, especialmente de violación, porque, entre otros aspectos, atenta contra su intimidad y vida privada. En otras palabras, que una menor no sea virgen no debería importar de ninguna manera al momento de determinar si hubo o no abuso sexual.

Me preocupa ver que los hombres usen este argumento, pero mucho más las mujeres. Que te vistas de determinada manera, que lleves la vida sexual que quieras, que te expreses de un cierto modo en las redes sociales o incluso que ejerzas la prostitución no quiere decir que te lo buscaste o que fue consentido. Con ese criterio, ninguna mujer que no sea virgen podría ser violada, porque todas lo harían por voluntad propia.

Una vez un hombre me preguntó si no me excitaba cuando el ginecólogo me revisaba. Yo no puedo imaginarme una situación menos erótica que la consulta ginecológica. Que te hagan un pap no es sexy, cualquier mujer lo sabe. Pensar que me puede excitar eso es suponer que me  da lo mismo que me toque cualquiera y que voy a reaccionar igual ante cualquier hombre sin importar el contexto. Nada más alejado de la realidad.


A las mujeres no nos da lo mismo. Si queremos, podemos estar con 500 hombres distintos, pero van a ser los 500 hombres que nosotras elijamos y ningún otro. Nada de lo que hacemos o decimos o mostramos o insinuamos puede justificar que nos violen o abusen de nosotras. 

No puedo tolerar que nadie justifique un abuso sexual. Todas tenemos derecho a decidir qué hacemos, cuándo, dónde y con quién. Hasta una prostituta puede ser violada, no está obligada a tener sexo con cualquiera. Todas podemos decir que no.