Hoy es 29 de febrero, el único día del calendario que se da una vez cada cuatro años. La explicación científica es que la Tierra no tarda 365 días exactos en dar la vuelta al Sol, sino que lo hace en casi 6 horas más. Estas 6 horas, sumadas a lo largo de 4 años, dan como resultado un día extra. Ahora viene la discusión, porque según la creencia popular desde la que lo enfoques, el año bisiesto ('leap year' en inglés) puede ser algo bueno o malo (para el que es bueno, sin lugar a dudas, es Eduardo, el primo de mi papá, que nació un 29 de febrero y, en vez de cumplir 60 años, hoy cumple 15).
Existen varios refranes pesimistas, como "año bisiesto, año siniestro" o "año bisiesto, pocos huevos en el cesto". La creencia de que estos años traerán una mala cosecha proviene de la Roma Imperial, donde febrero era considerado el mes de los muertos y del dolor. Un día extra en este mes era igual a peor suerte y más maleficios. En varias partes del mundo, como en Grecia, casarse un 29 de febrero es considerado de mal agüero para la pareja. Esta teoría se ve "confirmada" por distintas desgracias que pasaron en años bisiestos: el hundimiento del Titanic, el peor terremoto del siglo XX (en China), la Guerra Civil española y los asesinatos de Indira Gandhi, Robert Kennedy, Martin Luther King y John Lennon. Ah, y en el plano local, se cayó la piedra movediza de Tandil, pero no creo que califique como desgracia.
Sin embargo, yo prefiero enfocarme en el aspecto positivo del 29 de febrero. En algunos países europeos,como Inglaterra, Irlanda, Dinamarca y Finlandia, es tradición que los roles se inviertan y que sea la mujer la que le proponga matrimonio al hombre. La leyenda dice que en el siglo V Santa Brígida se lamentó ante San Patricio, el patrono irlandés, porque las mujeres tenían que esperar mucho tiempo para que los hombres les propusieran matrimonio. Entonces, San Patricio decidió que un día cada cuatro años, que para los estándares de la época era muchísimo, las mujeres podrían declarar su amor a los hombres y pedirles que fueran sus esposos. Ese día sería el 29 de febrero. Ni lerda ni perezosa, Santa Brígida le pidió a San Patricio que se casara con ella, pero él la rechazó, y supongo que ahí se le ocurrió la idea de que no fuera obligatorio aceptar la proposición. Para matizar el golpe, él le regaló un hermoso vestido de seda. Así quedó instaurada una tradición que se mantiene hasta hoy, aunque en un tono más festivo: las chicas irlandesas declaran su amor los 29 de febrero, y si son rechazadas los chicos tienen que regalarles algo de ropa. En Dinamarca, por ejemplo, la compensación son doce pares de guantes (¿para qué quiero yo tantos guantes?), y en Finlandia es la tela para un vestido. O el vestido ya hecho, que es mucho más práctico.
Si quieren ponerse a tono con el espíritu del día pueden ver la película "Leap Year" (2010), con Amy Adams y Matthew Goode, que le da un giro moderno a esta tradición irlandesa. Y para las que tengan algún chico en la mira, ya saben: declárense hoy, que lo peor que les puede pasar es que les regalen algo de ropa.