sábado, 17 de marzo de 2012

Kiss me, I'm Irish

Hay dos datos familiares que sacamos a relucir de vez en cuando, cuando queremos hacernos los excéntricos: el primero es que nos robamos un tablón de la cancha de 1 y 57, y el segundo es que somos descendientes de irlandeses. El primer dato es fácilmente comprobable, porque uno de los pedazos está colgado con todo orgullo en el living, al lado de un banderín de Estudiantes que es horrible pero está firmado por Bilardo. El segundo ya es un poco más incierto.

Según me contó mi viejo, hay una parte de la familia que se dedicó a estudiar el árbol genealógico (creo que fueron unas tías suyas; siempre hay una relación simbiótica entre las tías abuelas y la historia familiar). Parece que el primer Jagoe que llegó a Argentina se casó, tuvo hijos, se separó y se volvió a casar, por lo que hay dos ramas de la misma familia (y gente que aclara: "No, con esos Jagoe no tenemos nada que ver", haciendo gala del orgullo familiar y del sentido de pertenencia). También dicen que no se escribía Jagoe sino Hagoe y se pronunciaba "Jéigou", pero eso lo descarto porque todos los Jagoes del mundo lo escriben con J.


Para nosotros, la ascendencia irlandesa es más que nada una curiosidad histórica, un dato de color. Sale a relucir cuando Irlanda juega en el Mundial y papá hincha por ellos porque le caen simpáticos, y también en San Patricio. Igual para eso tienen que darse tres factores: que ese día hable por teléfono con mi viejo por razones ajenas al festejo, que yo me acuerde que es San Patricio (es un día que papá jamás va a incorporar a su calendario porque no le importa para nada) y finalmente que yo le diga "Feliz día". Ahí sí asoma la sangre irlandesa. Papá sonríe y me contesta : "Muchas gracias, para vos también", y después los dos volvemos a olvidarnos por el resto del año.

En Argentina y en la mayor parte del mundo, San Patricio es un día para vestirse de verde, llenar todo de tréboles e ir a un Irish Pub a gastarse el sueldo en cerveza. En realidad, St. Patrick's Day es una fiesta nacional en la República de Irlanda, donde el pueblo católico recuerda el fallecimiento del santo patrono de su país. No hay muchos datos biográficos sobre él y la mayoría de los que se conocen son dudosos, pero lo cierto es que San Patricio fue el encargado de convertir al cristianismo a una nación pagana que en esa época se guiaba por las enseñanzas de los druidas. Muchas de las iglesias que fundó dieron origen a nuevas ciudades. Se dice que usaba un lenguaje sencillo que atraía a las personas y que tenía el don de hacer milagros.


En Dublín, los festivales duran cinco días e incluyen un desfile al que acuden cientos de miles de personas. En Estados Unidos, los festejos tienen su epicentro en Nueva York y son transmitidos para más de dos millones de televidentes. Nuestro país es la quinta comunidad irlandesa fuera de Irlanda, aunque en la mayoría de los casos hay que remontarse varias generaciones, hasta el siglo XIX, para encontrar a los antepasados originarios. Desde el año pasado, los festejos cuentan con la participación oficial de la Embajada de Irlanda en Buenos Aires.

El inconsciente colectivo dice: Irlanda - verde - duendes - trébol de cuatro hojas - pelirrojos - suerte - olla de oro - cerveza - cerveza - cerveza. A mí hay algo que me falló en los genes, porque la parte de la cerveza no la comparto, pero de mi suerte no me puedo quejar. Ustedes, por lo pronto, siéntanse libres de ponerse una remera verde, emborracharse deportivamente y salir a la calle a gritar "Kiss me, I'm Irish!". Lo van a pasar bien. Y cuando alguien suba las fotos a Facebook, no se preocupen: hay cientos de personas que van a hacer el ridículo hoy a la noche, exactamente igual que ustedes.


1 comentario:

  1. Una de las que sigue el árbol genealógico soy yo. Podés ver en el mapa, una ciudad que es la segunda en importancia, después de Dublín, y que es de dónde provine nuestra familia: Cork.
    Bs.
    Tia Ana.

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