viernes, 2 de marzo de 2012

La maté porque era mía

La golpeó, puso un fierro en su pecho
mató la esperanza de un hecho
inventó un futuro deshecho.
Salió así su bravura cobarde infernal
tristemente aceptada, normal.
NTVG - "Nunca más a mi lado"


"La angustia de mis nietos duele más que la muerte de mi hija", le dijo Jorge Taddei a Clarín, un par de días antes de que empezara el juicio oral contra Eduardo Vázquez. "A mí de todo esto es lo que más me duele, hasta más que la muerte de mi hija; porque en definitiva ella pudo elegir y se equivocó. Pero estas criaturas no eligieron. Estos hijos de puta no le pegan a la mujer, le pegan a toda la familia. De cualquier manera, Wanda está siempre, especialmente de noche. A veces le reprocho: 'qué pelotuda que fuiste, cómo vas a elegir mierda'".

Wanda Taddei murió el 21 de febrero de 2010, después de pasar 11 días internada en el Hospital Santojanni. Estaba casada con Eduardo Vázquez, ex baterista de Callejeros, que hoy está acusado de homicidio agravado. La familia de Wanda denunció que tenían una relación conflictiva y que él la golpeaba. El 10 de febrero, en medio de una discusión, Vázquez la roció con alcohol y la prendió fuego. Wanda se convirtió en un caso emblemático y tristemente repetido: en estos dos años, 43 mujeres más murieron quemadas.


Beatriz y Jorge Taddei con la foto de su hija Wanda. (Fuente: Clarín.com)

Yo no dudo del dolor de los padres de Wanda. No puede haber nada peor que perder a una hija, y además perderla así, quemada y asesinada a manos de su pareja. Imagino la desesperación de esa familia, la angustia de saber que Vázquez la golpeaba, la sensación de impotencia y de tristeza. Sinceramente acompaño su lucha y espero que se haga justicia. Pero en algo no coincido: Wanda no eligió.

Ni Wanda ni nadie puede elegir estar con una pareja manipuladora y golpeadora; ni Wanda ni nadie puede elegir ser asesinada por esa misma pareja. Elegir algo implica hacerlo libremente, con conocimiento y aceptando las consecuencias. Y en estos casos jamás hay libertad. Un golpeador nunca muestra su verdadero rostro al comienzo. Después ya es demasiado tarde.

Una mujer golpeada es agredida física y psicológicamente todos los días. Es amenazada, denigrada, insultada, manipulada. Él le grita que es una puta y una inútil; que si se va la mata a ella o a los hijos o se mata él. Y después vuelve llorando, pidiendo perdón y jurando que jamás lo va a volver a hacer. "Es que también vos...", "Es que me enojé porque vos...", "Si vos no hubieras...". Vos, vos, VOS. Vos hacés que yo me saque. Vos me ponés así. Vos tenés la culpa de que yo te pegue.

Ya es demasiado terrible que estos psicópatas se justifiquen para que además, en mayor o menor medida, nosotros avalemos sus argumentos. ¿Qué tan interiorizados los tenemos como sociedad para llegar al extremo de que un padre, destrozado de dolor por el asesinato de su hija, diga que ella "eligió mierda", que "pudo elegir y se equivocó"? Y conste que no le echo la culpa de todo a Jorge Taddei. Quién más quién menos, hay miles de personas que piensan así.




Cuando el chef venezolano Sumito Estévez publicó en su cuenta de Twitter que había ido a tocarle el timbre a un vecino porque lo escuchaba golpeando a su esposa, recibió cientos de respuestas, en su mayor parte de mujeres. Estos comentarios no hicieron más que aumentar su indignación. Decían, entre otras cosas: "A una vecina su propia madre la llevó a la fiscalía para que denunciara al hombre y cuando llegaron ella defendió al tipo"; "Permitir el maltrato es evidencia de la falta de amor propio"; "La mujer maltratada es una mujer enferma que hay que tratarla psicológicamente"; "O les gusta o callan por temor o callan por omisión"; "Si ella se deja se lo merece por boba"; "Cuando una mujer se deja pegar es porque existe una patología y en ese caso ella debería ser la primera en buscar psicólogo". Con todo esto Sumito escribió una nota imperdible en su blog, que tituló "Sangre en mi edificio".

Un hombre golpeador y abusador no tiene justificación. Una mujer azotada no tiene justificación. Una mujer violada no tiene justificación. Una mujer asesinada no tiene justificación. Y si insinuamos que la culpa es de ella, que ella se lo buscó, que ella sabía donde se metía, que ella pudo elegir, estamos dejando que viva (y muera) llena de dolor y de miedo frente a nuestros ojos sin que se nos mueva un pelo. Tácitamente, lo estamos permitiendo. Estamos diciendo que no nos importa.

Las justificaciones están bien para los psicópatas. Para nosotros, no. Nosotros tenemos el deber y la obligación de ser mejores que ellos.



Hay criminales que proclaman tan campantes: "la maté porque era mía". Así nomás, como si fuera cosa de sentido común y justo de toda justicia el derecho de propiedad privada, que hace al hombre dueño de la mujer. Pero ninguno, ninguno, ni el más macho de los supermachos tiene la valentía de confesar "la maté por miedo". Porque al fin y al cabo, el miedo de la mujer a la violencia del hombre es el espejo del miedo del hombre a la mujer sin miedo.

Eduardo Galeano




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